Artágora Galería Virtual
En palabras de Baudelaire “la fantasía descompone la naturaleza, según las leyes que surgen de las profundidades anímicas; recoge y estructura los trozos así surgidos y genera a partir de ellos un nuevo mundo”.
Decimos que el arte debe de ser entendido como un reflejo de la realidad social, que nunca puede renunciar a su representación. Pero el arte no es sólo un reflejo de la praxis social sino que interviene también en ella, con su reducida dimensión política. Arte y libertad aparecen unidos, siendo la libertad la esencia del arte. La libertad en el arte no puede ser igual a la libertad de la sociedad liberal. Y aunque el arte refleja de diversas formas las circunstancias sociales, no es un género social. Schiller ya resumía el arte “como la libertad en la representación”.
La predicción de una obra de arte no finaliza con su realización. Para el espectador, las experiencias contenidas en la misma se convierten en potencias definidas y bien delimitadas que, mediante la observación, pueden realizarse de maneras muy diferentes. El arte no puede nunca renunciar por completo a la representación de la realidad. Por ello, lo inaudito se ha convertido en cotidiano y la ruptura de lo convencional se establece como la única convención obligatoria. Aparece la realidad como una absurdidad, realidad que al verse reflejada tiene que ser destruida anticipando su repudio.
El autor se retrotrae en la forma externa de sus últimas obras que nos presenta en esta exposición, a las que ya realizara a principios del siglo XXI, con un mensaje actualizado en el que mantiene su universo alegórico de las múltiples formas de coacción, pero en el que ha eliminado la violencia como representación plástica del conflicto y disgregación. Son estas bandas en primer plano, tanto las de ahora como las de entonces, las que expresan por sí mismas la fuerza desgarradora de su propuesta artística, representándonos al ser humano encerrado en su propio universo, en su propia subjetividad; un actual ser humano que externamente está siendo conformado despiadadamente por la política y los medios de comunicación, por la opresión social y las imposiciones de lo colectivo.
El arte contemporáneo ha sido una viva protesta de la libertad contra la sociedad libre; lo que acostumbra a expresar no es alegría, esperanza, valor, sino más bien, resignación, confusión, miedo… especialmente miedo. El principio fundamental del arte contemporáneo es la creación de una realidad propia dentro de la realidad, una realidad creada a partir de la subjetividad del artista. Ser el reflejo de una realidad social que ya desde los griegos se materializó en la polis, y cuyo reflejo se basaba en la ilusión de la existencia de una comunidad humana libre. En palabras de Adorno: “la obra de arte es la oculta esencia social evocada en forma de representación”. Las obras de arte son, pues, respuestas objetivas a coyunturas sociales objetivas y, las de ésta exposición que nos ocupa, respuestas a la prisión al aire libre en el que se está convirtiendo nuestro entorno.