Vamos a introducimos en la URBE siguiendo los mapas del tiempo y sus huellas, atravesaremos planos temporales, algunos simultáneos, para llegar al fin a las geografías personales que cada uno de nosotros construye alrededor de un momento.

El momento original, la imagen onírica de la cueva, nos adentramos allí para olvidar el mundo que nos rodea, volvemos al momento primigenio, al origen de los tiempos en equilibrio con la naturaleza. La cueva nos ofrece el abrigo, el cobijo, el refugio, el contacto con lo sobrenatural, el momento de la creación.

En las Crónicas de Alfonso X El Sabio explica que vino a España un primer hombre, un cierto Rocas ?? e andúvola toda enderredor assí como las montañas y los mares que la cercan; e desque fue allí do agora es Toledo, vió que aquel lugar era más en medio de España que ningún otro y entendió por su saber que allí avía de haber una gran URBE, mas que no la poblaría él. Halló allí una cueva, en la que se metió, do yaze un dragón muy grande, e quandole vio, temiéndose de él, rogóle que no le hiciese mal, que todos eran criaturas de Dios. E el dragón cogió tal amor con él, que lo que cazaba traíaselo allí e daquello Rocas guareció una gran sazón?

En el siguiente paso llegamos al esplendor de la URBE, tras su creación el salto, su explosión, destaca la densidad, la aglomeración... la concentración de la manada, la tribu, la presión de la inmigración, se abre aquí un mundo de posibilidades.

 Discurrimos por distintas ciudades, nos trasladamos de una a otra, diferenciamos sus elementos comunes, las calles, el foro, la basílica, los templos, los edificios públicos, la muralla?

La Urbe es como un cadáver exquisito que se va construyendo en vertical y horizontal, donde se construye y destruye el tiempo creando una cartografía híbrida de mapas de imágenes en un momento de su vida, 1492, en la percepción privada de quienes en un momento la convierten en la URBI ET ORBE.

Los estratos del pasado se articulan con las posibilidades del presente y el futuro, en una sucesión de luces, matices y reflejos. La imagen cristalina se desdobla a cada instante en presente y pasado.

La esfera es el cristal perfecto sin un afuera, con un solo punto de fuga donde se encierra el fundamento oculto del tiempo. El cristal que refleja a los presentes que pasan y el de los pasados que se conservan, como si de una ensoñación se tratara.

Así la URBE plasma la poética del tiempo en la imagen misma que nos hacemos de ella, desde el macrocosmos al microcosmos, de la imagen global a las tarjetas postales que cada uno de nosotros lleva en su mochila personal.

Bienvenidos a un viaje alrededor de la ?URBE? a través de la mirada de tres artistas, María S. F. Coll, Miguel Macho y José Miguel Negro.

Miguel Macho