Entrevista a J.M.Negro con motivo de la exposición "Distorsión de la realidad" de Daubresse y Negro

Hemos dialogado con J.M.Negro al término de la charla de Jean Passini sobre la judería de Toledo, el pasado día 19 de enero en la galería Ra del Rey en Madrid, dentro del contexto de la exposición “Distorsión de la realidad” de Francis Daubresse y J.M.Negro.

P.- ¿Qué le ha parecido la respuesta del público ante el tema “La judería de Toledo”?

JMN.- Espectacular, lleno absoluto. No me imaginaba esa respuesta por parte de los habitantes de Madrid. Bien es verdad que el ponente ofrecía todas las garantías y el tema resultaba cercano.

P.- ¿Le ha merecido la pena, entonces, desplazarse desde Andalucía?

JMN.- Por supuesto. Además, no quería dejar pasar la ocasión de saludar a Passini, ya que la última vez que nos vimos fue en el homenaje que muchos amigos le ofrecimos a Francis Daubresse en la Escuela de Arte de La Palma.

P.- No es la primera vez que coinciden Daubresse, Passini y vd…

JMN.- La primera vez fue en el Museo Español de Arte Contemporáneo con motivo de la exposición conmemorativa del Cincuentenario de la Casa de Velázquez en 1979. Luego, en las exposiciones en las que estábamos obligados a participar como becados de la Institución, tanto en París como en Madrid.

P.- ¿Le gusta más La Casa de Velázquez ahora que en la época de sus becas?

JMN.- No estoy muy ligado a la Institución, pero por mi trabajo en Artágora he podido coincidir en muchas ocasiones con los artistas becados actualmente en actividades como Masquelibros y Estampa, aquí en Madrid. Me parece muy acertada la decisión de promocionar la obra de los becados a parte de proporcionarles esos fabulosos talleres en los que desarrollar su trabajo. He visto artistas de mucho nivel y con mucho futuro por delante.

P.- Háblenos un poco de Francis Daubresse…

JMN.- Pues fue la primera persona con la que contacté nada más llegar a La Casa de Velázquez. Coincidimos el primer día, durante el desayuno. Yo había llegado la noche anterior desde Sevilla, ciudad en la que llevaba la habitual vida de estudiante en aquellos tiempos. Eso de vivir en palacio me tenía acongojado y todo era nuevo para mí. Tuve la suerte de sentarme en la misma mesa que Francis, lo que naturalizó mi adaptación desde aquel instante. Mantuvimos una excelente relación de amistad desde entonces.

P.- Vd. siempre ha dicho que sólo era amigo de los buenos artistas.

JMN.- Efectivamente, con Francis también se daba la circunstancia. No sólo estaba ante la presencia de una persona con ademanes muy elegantes, con sus trajes tan informales pero tan elegantes al mismo tiempo, sino que en mi primera visita a su taller para conocer su obra pude sentir que me encontraba también en presencia de un gran pintor. Las obras que allí pude contemplar me remitían a Goya fundamentalmente y a toda la tradición de la pintura española tamizada por la visión de Manet y de algunos otros impresionistas franceses. Sus dibujos me fascinaron, sobre todo uno que estaba realizado con tinta china, de pequeño formato, que siempre tenía consigo y que al final de mi beca me obsequió.

P.- Volviendo a su actual exposición en la galería Ra del Rey, puedo ver en el título de alguna de sus obras la palabra “positrónico”, concretamente en las tituladas Oporto positrónico I y II, en clara referencia al término utilizado por Isaac Asimov. ¿Considera que se ha dado una evolución importante en su trayectoria desde que utiliza la computación para sus creaciones?

JMN.- Bueno, en realidad, ahora mismo es una imposición cultural la utilización del ordenador para la creación artística. Recuerdo que en el año 2000, con motivo de mi exposición con Rafael Franch en la galería Icaria de Sevilla, ya introduje el ordenador en la mitad de mis obras que allí se mostraban, era la serie titulada Bainoche. Necesita ver en el tradicional contexto artístico de una galería de arte, cómo funcionaban este tipo de trabajos. Me gustó la experiencia y, a partir de aquel momento, fui gradualmente sustituyendo mi trabajo como pintor por el de fotoartista. La utilización de los programas informáticos de tratamiento de la imagen me ha permitido moverme en una línea entre la pintura y la fotografía. He podido elegir posicionarme en cercanía o lejanía de ambos conceptos en todas mis series, entre el concepto pictórico y el concepto fotográfico. Lo últimos trabajos son en relación a la ciudad de Oporto a pie de calle; presento en esta exposición los más pictóricos. También, por establecer un cierto contraste más fotográfico, algunas diferentes. La mayoría de los trabajos son consecuencia de fotografías que realicé en compañía del fotográfo Vicent Feliú.

P.- En estos días, ha surgido en algunos medios de comunicación la pregunta de si puede un robot tener inspiración. ¿Qué piensa de ello?

JMN.- Pues el tema me apasiona. Bien es verdad que mi formación es de Bellas Artes, sección pintura, pero me gustaría haber tenido también una formación científica que poder utilizar ahora. He leído esos artículos a los que hace referencia, en los que varios científicos y artistas han desarrollado una inteligencia artificial capaz de generar creaciones completamente originales: un software capaz de imaginar arte, de explorar las posibilidades de la inteligencia artificial en los procesos artísticos. Bagué-Durán y Klingeman han aplicado en sus programas informáticos el mismo proceso que utilizamos habitualmente los fotoartistas, es decir, primero es la realización y procesamiento de miles de fotografías originales, en segundo lugar la generación de nuevas imágenes basándose en dichas fotografías y, en tercer lugar, la selección y salvaguarda de aquellas que se consideran idóneas de acuerdo con el bagaje artístico que hemos ido adquiriendo en la práctica profesional. Como apéndice tenemos el posterior ajuste final de dichas imágenes en relación al tono, brillo, luminosidad, contrastes, texturas, colores, etc., es decir, de un ajuste final en función de las leyes del lenguaje visual

P.- Y de las fases de ese proceso ¿cuál considera la más dificultosa?

JMN.- Para mí es la fase de selección y salvaguarda la que más dudas me plantea ahora mismo: es cuando tengo que aplicar ese filtro cultural. Como anécdota le diré que, posiblemente, haya producido bastantes más de cinco mil imágenes digitales resultantes de las fotografías obtenidas en las calles de Oporto, de las que he salvado cerca de mil. De ellas, he seleccionado para esta exposición alrededor de veinte, teniendo en cuenta, por un lado, la búsqueda de una aproximación a la pintura de Francis y, por otro, la reivindicación del proceso fotográfico de mi trabajo.

P.- ¿Cree, entonces, que mediante la fotografía y el proceso digital se puede acercar a cualquier artista, al igual que ha hecho con la obra de Francis Daubresse?

JMN.- Pues no sabría responder exactamente su pregunta. Siempre he admirado la gran capacidad pictórica de Erick el Belga y tiene mi reconocimiento por sus extraordinarias aptitudes para comprender la técnica de los grandes maestros del arte y poder generar nuevas obras que han confundido a los críticos más expertos de los mejores museos. Pero ahí todo se movía en el campo de las bellas artes. En mi caso, cuando la galería Ra del Rey me invitó a participar en una exposición con Francis Daubresse, lo primero que pensé fue en ver cómo podíamos crear un hilo conductor de su obra a la mía y viceversa. Una relación entre pintura y arte-máquina. Y claro, lo tenía que intentar solucionar yo, pues ya sabe que Francis falleció en el año 2012.

P.- Algunos espectadores han confundido una fotografía suya con una pintura de Francis, concretamente la obra titulada “Oporto positrónico I”. ¿Cree que ha cumplido su objetivo de encontrar un nexo de unión entre los dos artistas?

JMN.- Es cierto que han llegado a pensar lo que comenta. Pero yo sólo he realizado un tratamiento fotográfico con ordenador a fotografías previas. No he utilizado ninguna herramienta de pintura.

P.- ¿A qué piensa que es debido esta similitud de estilo en algunas obras?

JMN.- Tuve que ponerme en “modo francis” al tomar algunas fotografías en Oporto. Se trataba de encuadrar aquellos aspectos del paisaje urbano que pudieran dar como resultado final una aproximación a su obra. Tuve que tener en cuenta aspectos tales como la perspectiva, las texturas, los colores propios su pintura. Pero sin obsesionarme en ello. Simplemente iba encontrando y fotografiando fragmentos de la realidad urbana que consideraba válidos para mis propósitos. Y ese “modo francis” tenía que perdurar hasta el final del proceso, hasta el resultado final. A tenor de algunos comentarios que he podido escuchar en la sala de exposiciones, parece que el resultado ha sido aceptable. Aunque solamente ha sido un ejercicio para seguir explorando las inmensas posibilidades creativas en la relación hombre-máquina, relación que nos permite afrontar nuevas soluciones creativas que antes no eran posibles.

P.- Y ya por último, ¿cree que aprenderán las máquinas a ver algún día?

JMN.- Por lo menos están aprendiendo a mirar con esos aterradores programas de reconocimiento facial. Pero no sólo la mirada es artificial, también el habla con la conversión de texto a audio o con la traducción automática.