"El viaje" fotolibro de Elisabeth Mena Ruiz y José Miguel Negro Macho

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¿Qué es viajar?

 

Viajar es conocer nuevos lugares,

viajar es transitar por el mundo sin pensar,

viajar es soñar,

viajar es vivir.

 

Percibir fragancias de otras ciudades,

sentir sus auras únicas,

divisar sus nuevos rostros,

sus ilustres edificios y la cultura de sus gentes.

 

No tener miedo y dejar a un lado el abrazo de seguridad.

 

Comenzar y terminar.

Partir y volver con algo que contar.

 

Inundar con gratos recuerdos el piélago de tu pensamiento.

Embriagarte de nuevas experiencias y hacer madurar tu alma.

 

Divisar nuevos horizontes,

descubrir nuevos lienzos que pintar,

congelar el tiempo en un instante inmutable,

 

Esto es viajar.

 

Un viaje es una pausa vital, un soplo de aire fresco para mitigar nuestras lánguidas vidas. Un efímero desplazamiento que nos hará sentir de nuevo el latir de nuestros adormecidos sentidos, concediéndonos un nuevo aprendizaje. Despertaremos pues del letargo rutinario y nos emplazaremos en un nuevo amanecer.

El viaje, como la vida, florece y se marchita. Florece bajo una expectación que germina durante días, meses o años y que está dominada por el nervio que precede la ansiada libertad. Transitar por nuevas tierras sin tener un rumbo trazado, descubrir lugares desconocidos sintiendo el tiempo como un gran aliado. Pero caduco es también el viaje, marchito y finito, que ante al advenimiento de su final nos llena de tristeza y amargura. Es decir adiós a una tierra soñada, es despedirse de las personas amadas, es alejarse, en definitiva, de una parte de ti.

El viaje, además, no solo puede ser físico también metafísico, esto es, sin llevar a cabo ningún desplazamiento geográfico o espacial. Es aquel que nos atrapa cuando oímos, por ejemplo, una melodía determinada. Ese ensueño mágico que se produce cuando suena el dulce compás que ponía banda sonora a una etapa de tu vida. Esa canción que sonó y que devuelve a tu memoria esos recuerdos olvidados, piezas inconexas del puzle de tu propia historia, evocando tiempos pretéritos a través de un túnel fugaz.

La polisémica metáfora del viaje pervive desde antaño en el arte, convirtiéndose en el tema que subyace en multitud de obras artísticas realizadas en épocas distantes pues, como sabemos, los viajes han inspirado a los artistas desde el principio de los tiempos. El artífice, con su gracia divina, se evade de todo lo demás mientras transita por nuevos lugares. Provoca un encuentro íntimo consigo mismo, alejándose del mundo para componer su nueva armonía, cómplice del mágico éxtasis creativo. Y nosotros, los mundanos espectadores, recibiremos la visión única de la experiencia acaecida durante su trayecto.

En esta muestra el artista perpetúa el momento del que no queda nada solo efímeros recuerdos envueltos bajo una atmósfera etérea; una sintaxis abstracta y difusa propia de su factura digital. Nos emplaza bajo su punto de vista, tras la escotilla de un camarote embelesándonos ante la grandilocuencia del paisaje marino y sus juguetes de madera los cuales transforma en simples brumas de fugaz color. Formas indefinidas que cuentan la historia de una tarde de verano durante un viaje por la bahía de Santander.

Mientras el repiqueteo de las gotas de lluvia atizan sobre la escotilla del barco, el carmín intenso de los maderos se funden con el azul zafiro de un mar embravecido por la tempestad.

 

Elizabeth Mena Ruiz