José Miguel Negro Macho: "Me caí de la bici, joé"

 

   El pasado viernes me caí de la bicicleta, ay qué dolón. Se me cruzaron dos señoras, frené y me fui al suelo. Otra vez por los suelos, señor. Me levanté lo más rápido que pude y continué mi camino como si tal cosa, pero… ¡aquel dolor en el tobillo!  Aceite concentrado de árnica, baños de salmuera, juramentos en hebreo…¡menuda nochecita! Pero nada, el tobillo iba de rígido e hinchándose. A la mañana siguiente en urgencias, radiografías sin lesión ósea aparente, me dijo el doctor amablemente, quien añadió en su informe algo así como osteoarticular: edema y dolor a la palpación del maléolo externo del tobillo izquierdo; resto de la exploración física normal. Impresión diagnóstica: esguince/torcedura de tobillo.

   Los peatones y los ciclistas estamos abocados a compartir espacio urbano y no nos llevamos bien. Aunque tengo que reconocer que cuando peatón me molestan los ciclistas, cuando soy ciclista me molestan los peatones. Reivindico un carril peatón en la ciudad. Habría que habilitar un carril peatón, con una doble dirección de ida y vuelta, para que todos los ciudadanos de a pie fuéramos en fila india serpenteando por la calles y no molestásemos a los ciclistas.  De jóvenes, íbamos en bicicleta por la jungla del tráfico como cualquiera que no fuera caminando. Sorteábamos coches y autobuses y, sobre todo, taxis; nos poníamos los primeros en los semáforos, echábamos carreras con los amigos dueños de vespinos, rezábamos para que ningún automóvil nos llevase por delante, y aunque en aquel entonces los automóviles corrían menos de cero a cien, manteníamos bien su velocidad en la ciudad y éramos como los futbolistas, uno más dentro del tráfico urbano. Usábamos la bicicleta para ir a la facultad, para desplazarnos por la ciudad en nuestros quehaceres cotidianos, para ir de bares, pero no compartíamos espacio con los peatones. E, incluso, las bicis se emborrachaban en las casetas de la feria y eran capaces de regresar solitas a casa; al despertar estaban allí y de sus timbres salían sevillanas notas.

    Los peatones y los ciclistas sólo convergíamos en los semáforos; ellos cruzaban delante de nuestras bicis cuando estábamos debidamente detenidos. Ahora no, ahora vamos todos al burrumburrullo. Sales a dar un paseo en bici y terminas en urgencias, donde de beber te dan Enantyum gran reserva con una radiografía para acompañar, y te sugieren que lo tomes cada 8 horas durante siete días. Por supuesto, que no bailes nada durante ese tiempo sobre el pie dañado, y que tampoco tengas citas que para eso está la del traumatólogo en unas pocas jornadas.

   Pero yo, lo que realmente les quería subrayar en estas líneas es la casual aportación que el Enantyum 25 mg puede llegar a realizar sobre la imagen. Me he dado cuenta de que cuantos más sobres me tomo, su efecto sobre mi cámara fotográfica es más evidente. En las imágenes 11, 12 y 13 de esta exposición, creo que se puede ir ya apreciando una ligera mejoría sobre la objetividad de la imagen fotográfica. Y eso que sólo he tomado las dosis correspondientes al sábado, domingo y lunes. Seguiré tomando Enantyum hasta llegar al séptimo día y espero poder mostrarles el resultado en alguna ocasión.


Mostrar por página
Ordenar por
109,09 *
109,09 *
109,09 *
109,09 *
109,09 *
109,09 *
109,09 *
109,09 *
109,09 *
*
Los precios incluyen el IVA. No incluyen el envío. Gracias.